Pensamos que lo sabemos todo, porque siempre sabemos lo que va a suceder. No me malinterpretes.. este hecho puede parecerte fantástico. Sentirte siempre segura, predecible, protegida. Siempre sabes que vas a cobrar el mismo salario al final de mes, que vas a ir a ese sitio de vacaciones que tanto os gusta o que la noche de los sábados saldrás con los amigos. Crees que eres feliz porque pagas las facturas, tienes 30 días de vacaciones al año, tus hijos van a la escuela que tu quieres, y puedes tener más o menos vida social. Genial, te felicito.
Pero, déjame hacerte una pregunta.. ¿Qué hay en tu vida hoy día que te produzca alegría, dicha, placer? Me refiero a por ejemplo a esa sensación antes de abrir un regalo o estás a punto de viajar a un lugar desconocido, o estás empezando un nuevo trabajo o has conocido a alguien nuevo o tienes un nuevo proyecto entre manos, etc.
Déjame hacerte otra pregunta. ¿Qué estás aceptando en tu vida para mantener dicha seguridad? ¿Horarios maratonianos? ¿Faltas de respeto? ¿malas contestaciones? Somos buenísimos mirando hacia otro lado y justificando lo injustificable.
En el primer caso, hemos confundido la seguridad y la monotonía con la felicidad. Pensamos que si tenemos una salud medianamente buena, un trabajo y una pareja, no necesitaremos nada más.. Sin embargo, nos equivocamos. La seguridad nos produce una falsa sensación de satisfacción. En realidad, nos sentimos apagados, sin motivación y sin propósito.
Necesitamos cambios, movimiento, riesgos, aventuras. Eso nos mantiene vivos, presentes. Necesitamos nuevas relaciones, proyectos, trabajos, perspectivas para sentir, evolucionar, desarrollarnos.
En el segundo caso, aceptamos situaciones que nos duelen para proteger nuestra falsa sensación de seguridad. Justificamos malos tratos, vejaciones y faltas de respeto con el fin de mantenernos en nuestra zona de confort y que todo sea igual que hasta ahora..
Como ves, sentirnos seguros en una cárcel llamada zona de confort no es vivir, sino mal vivir. Sin embargo, abrazar la incertidumbre, el riesgo y el cambio es incómodo, pero te mantiene viva, despierta y presente.
En esta nueva etapa (tras el famoso virus) se ha hecho si cabe más patente la necesidad de desapegarnos de lo que hoy tenemos y acoger la incertidumbre de lo que no sabemos. Promociones, ascensos, mejoras salariales, nuevas parejas, relaciones que merezcan la pena, solo podrán tener sitio en nuestra vida si le damos una oportunidad al cambio y al riesgo.
¿List@ para dar espacio a la incertidumbre en tu vida?
¡Gracias, gracias, gracias!
Cristina Nadal