Hoy me decido a hablaros de un tema muy interesante: la maternidad. Pero no cualquier maternidad. Me gustaría hablaros de la maternidad consciente. Mi trabajo se centra en conseguir que las personas se vuelvan más conscientes de su vida, de sus decisiones, de sus experiencias. Así que hoy vamos a aplicarlo a la maternidad. Mi objetivo es tu felicidad, tu liberación emocional y todo lo que escribo es pensando en tí, en que te sea útil.

Ya sabéis que tengo cuatro hijos, así que de lo que os voy a hablar es fruto de mi propia experiencia. De pequeña si alguien me preguntaba siempre respondía que no quería casarme ni tener hijos. Quería tener éxito profesional, me parecía mucho más interesante que hacer lo que todos hacían. Quería ser jefa de una empresa, a poder ser presidenta del gobierno. Tenía dotes de mando y sabía lo que los demás necesitaban. De hecho, de pequeña, mis amigas me tachaban de dictadora 😝.

La cuestión es que ya en la universidad empecé a ver que el mundo estaba dominado por los hombres y que para triunfar, el esfuerzo tenía que ser inmenso. Además por aquella época no existían referencias o ejemplos de mujeres que habían conseguido triunfar en el mundo de los negocios. No existía una Merkel en Alemania ni una Cristina Fernandez de Kirchner en Argentina. En España las mujeres más influyentes eran las Koplovitz y siempre pensé que su fortuna era heredada y por eso eran influyentes.

La sociedad nos bombardea constantemente con hombres exitosos ignorando a las mujeres exitosas. De modo que las jóvenes llega un momento en que se autoconvencen de para qué soñar o ilusionarse, el mundo es como es. Esto me pasó a mí, así que en la universidad me busqué un novio y tuve una vida fácil (a nivel de retos). Me saqué la carrera y de Erasmus conocí a mi actual marido. Me casé y empecé con el primer hijo. Yo quería ser madre, sí. Pero también buscaba huir de un trabajo que no me llenaba en absoluto. En este post ya os conté mi experiencia con el trabajo y cómo rompí el molde.

Durante mi primer embarazo también rompí un par de moldes, como el de parir con dolor o dar el pecho sin problemas. Una vez estás embarazada la sociedad te bombardea diciéndote qué debes haces y qué no, cómo debes comportarte, qué es bueno para el niño y qué no. Yo me volvía loca, no sabía si podría aguantar tanta presión de la sociedad. Una quiere hacerlo bien, así que busca fuera referencias. La primera es nuestra madre. Mi madre me decía: tu pare con epidural, para qué sufrir. Tu vete después del parto a los pocos meses a trabajar y déjale el niño a una nanny. Yo, al vivir en alemania, empecé a ver otras formas de parir y de cuidar a los niños. Decidí que pariría sin epidural y de la forma más natural posible. Decidí que me quedaría el primer año con el bebe y lo disfrutaría. ¡Y así lo hice!

Con este ejemplo, lo que os quiero decir, es que aunque vuestra madre o la sociedad tenga otros planes para vosotras, ¡haced lo que a vosotras os haga felices!

Vosotras sabéis lo que vuestra alma anhela. Lo que es mejor para vuestros hijos y para vosotras. No dejéis que nadie os haga dudar de vuestro poder decisión y libre albedrío.

Me costó mucho tiempo entender que NO somos el sexo débil, sino que somos el sexo FUERTE. ¡Nosotras creamos la vida! Nuestra conexión con los niños va más allá de este mundo. Más allá de lo que los médicos o científicos pueden demostrar con sus libros. ¿Quiénes de nosotras no ha tenido una intuición con respecto a su hijo? Seguid vuestra voz interior porque es la que mejor sabe lo que es mejor para vosotras y vuestro hijo. Para mí eso es la maternidad consciente.

Una madre que realiza el trabajo personal de escucharse a sí misma, de preguntarse si existe otra manera, de primero valorarse a sí misma para luego poder dar a sus hijos y a la sociedad.

No existe la mamá perfecta, ni la mujer perfecta. Y menos mal porque hemos venido a esta escuela, llamada tierra a experimentar y equivocándonos es como mejor se aprende.

Te reto a que seas auténtica, busques referencias de mamás que han logrado lo que tu quieres lograr, sea lo que sea. No existen límites, solo los que hay en tu mente. Indaga en tu familia, ¿Hasta que punto repites situaciones y experiencias de tus antepasados? Pregúntate si te sirven y haz lo te susurre tu alma. No te equivocarás.. y si lo haces, habrá sido tu equivocación y no la de tu madre o tu vecina. Toma responsabilidad y decide por ti.

El mundo está esperando mujeres y mamás conscientes que se responsabilicen y tomen conciencia de su papel en la sociedad. ¡Es hora de dar un paso hacia delante!

Por tanto, antes de despedirme te voy a pedir un favor:

¡¡no pidas permiso para brillar y ser tu misma!!

¡Gracias, gracias, gracias!

Cristina Nadal

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies